La vida, rara vez es un largo río tranquilo. Es inevitable que en el transcurso de la misma, nos enfrentemos a diversas situaciones de crisis.

Algunas son crisis evolutivas, que atravesamos todas las personas en nuestro crecimiento, (por ejemplo la adolescencia, con ese dejar atrás la infancia, la búsqueda de identidad, el estira y afloja entre la necesidad de individuación y pertenencia…

Otras son personales, las vivimos de modo individual, aunque hay situaciones, como las pérdidas y duelos, que podemos decir que tod@s los seres humanos atravesamos más de una a lo largo de nuestra existencia.

Otras son colectivas, que afectan a la vez a un conjunto significativo de la población, como pueda ser una catástrofe natural (un terremoto) o provocadas por el ser humano: las guerras.

Otras son globales, como en estos momentos, la situación mundial que estamos viviendo con la situación de pandemia generada por el covid-19.

Normalmente, vivimos las crisis con una sensación de confusión, de estar perdid@s, de no saber cuál es el camino, ni  a dónde lleva, ni por dónde tirar… otras, se viven desde el estancamiento, el estar “atascad@”…

Estaremos mejor preparad@s para atravesarlas si sabemos quiénes somos, cuáles son nuestros límites personales y cuáles son los recursos y apoyos tanto internos como externos con  los que contamos.

Y es aquí donde entra en juego el desarrollo o crecimiento personal, cuya base es el autoconocimiento.

Es algo que no se construye de la noche a la mañana, forma parte de un  proceso que puede durar toda la vida, pues mientras estemos viv@s, podemos seguir creciendo y evolucionando.

Y es un proceso de crecimiento sobre todo hacia el interior, es decir, nos va a dar mayor consistencia y profundidad, aunque también pueda ser vivenciado como una sensación de expansión externa, consecuencia de que al arraigarnos más profundamente en nuestro  ser, también adquirimos más fortalezas y capacidades para mostrarnos y actuar en el mundo exterior.

La respuesta a preguntas tan importantes como ¿Quién soy? Cómo me siento? ¿Cómo  me relaciono conmigo mism@ y con l@s demás; cómo me coloco en y ante la vida; si tengo integrada o no mi biografía, si tengo experiencias por digerir, si tengo una personalidad integrada, o por el contrario me disocio de aquellos aspectos míos que rechazo…. Si he alcanzado una situación de bienestar interno, de estar a gusto conmigo mism@, (autoestima), si he integrado mis conflictos interiores, si me siento en paz…

El crecimiento personal también tiene que ver con desarrollar recursos de autoayuda y autocuidado que nos van a permitir acompañarnos a nosotr@s mism@s desde el buentrato, sentir que por difíciles que se pongan las cosas, un@ se tiene a sí mism@ y la capacidad de conectar con otr@s significativ@s, porque la capacidad de vincularnos y los afectos son fundamentales para nutrirnos y darnos la fuerza necesaria para encarar los desafíos que la vida, grande, misteriosa y a veces dura, nos trae.

Si hemos dedicado un tiempo y energía a cultivar nuestro jardín interior, a desterrar nuestros demonios, o al menos, a familiarizarnos con ellos y no permitir que tomen el control, si también conocemos los miedos de nuestr@ niñ@ interior, vamos a poder autobrindarnos ese cariño y protección necesarios, vamos a poder conectar con el coraje y sabiduría de nuestra parte adulta, madura, crecida, y podremos mantener el timón en medio de la tormenta… Digamos también, que el autoconocimiento nos ayuda a mantener elevado nuestro sistema inmunológico de la consciencia. Nos enseña a vivir con los ojos abiertos.

Violeta R. Bañuls Gómez.

Psicóloga Sanitaria.

Colegiada Nº: CV 06133

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Hola a todas las familias, espero que os encontréis todos en buen estado de salud, desde el área infantil de Clínica Cabalta queremos  trasmitiros unas recomendaciones en esta situación de emergencia en la que nos encontramos todos.  El coronavirus ha llegado de forma inesperada y ha interrumpido la vida de todos pudiendo crear emociones de inseguridad y/o de ansiedad en los adultos.

Es importante, que nosotros como adultos tengamos un tiempo para  cuidar de  las emociones propias de esta situación: miedo, preocupación, tristeza, nerviosismo, enfado… Ya que cuidar de nosotros mismo repercutirá en poder atender mejor a los niños. Un tiempo de ejercicio al día para poder canalizar el exceso de activación en el cuerpo os vendrá genial. Este tiempo podéis compartirlo con los peques y pasároslo muy bien juntos. Incluso les podéis pedir que preparen un circuito para hacerlo con ellos.

Los niños durante este periodo se pueden mostrar irritables, aburridos, inseguros, confusos… Como ellos no van a saber explicarnos lo que les pasa y expresan sus emociones de forma diferente a los adultos, lo pueden manifestar con pesadillas, dificultades en el sueño o la alimentación, mayor irritabilidad o más presente de lo habitual la emoción de la rabia, mayor aburrimiento, más miedos, reacciones somáticas (dolor de cabeza, de estómago), mayor necesidad atencional del adulto. Estas son reacciones normales ante todos los cambios que estamos sufriendo a nivel de costumbres y que afectan a toda la familia.

Los niños tienen buenas habilidades de afrontamiento pero para que estas estén presentes necesitan contar con el apoyo y seguridad de los adultos, mostrándose comprensivos con sus emociones, conectando con lo que sienten y necesitan de forma tranquila.

Como estamos pasando mucho tiempo con nuestros hijos y a la vez tenemos que compaginarlo con nuestro trabajo y con las tareas de la casa. Nos va a facilitar el día a día, hacernos una planificación y poder seguirla convirtiéndola en nuestra nueva rutina durante el confinamiento.  Además  tener una rutina les da seguridad, ya que ellos están habituados a tenerla.

Los niños pequeños van a necesitar mucha atención por vuestra parte y esto va hacer que os tengáis que dedicar al trabajo en momentos en los que están descansando ya que su capacidad atencional es baja y esto dificultad el que aguanten mucho tiempo jugando solos. Es importante que hagáis horarios de trabajo repartidos entre la pareja para poder atender al niño y vuestro trabajo.

Los niños más mayores van a necesitar vuestra atención, aunque pueden realizar actividades solos durante periodos más largos: pintar, manualidades, plastilina, jugar, disfrazarse, pintarse, ayudar en tareas domésticas, etc… Determinar un tiempo al día para videoconsolas y televisión.

Proporcionarle explicaciones sencillas y adecuadas a su edad sobre el porqué de quedarnos en casa, rutinas de desinfección y no poder ver a otros familiares. A los más pequeños se lo podéis explicar a través de la versión del cuento de monstruo de colores explicando qué es el Coronavirus o creando vosotros mismos un cuento muy sencillo representándolo con muñecos sobre lo que paso en vuestra familia desde que comenzó el confinamiento. Es aconsejable no dejar la TV encendida todo el día ya que entonces no podremos tener control sobre el tipo de noticias que oigan. No sobreexponerlos a detalles traumáticos. Si tenéis dificultad para responder a sus preguntas, les podemos decir: “Mamá/Papá no lo sabe, se va a informar y cuando lo sepa te lo explicará todo bien”.

Para normalizar un poco la situación familiar, podéis elegir un momento para realizar una videollamada y que puedan saludar o enviar un besito a los familiares o amigos del cole. Si sienten tristeza al verlos, explicarles que es normal y que nosotros también la sentimos porque tenemos ganas de verlos. Es importante que normalicemos sus sentimientos de miedo, preocupación o tristeza si aparecen.

Hacerles saber que hay profesionales que se están encargando de la situación y de ayudar a las personas afectadas.

Aprovechad este tiempo en casa para poder disfrutar de pasar más tiempo con ellos jugando, cantando, contándoles cuentos y viéndolos como van logrando nuevos aprendizajes.

¡Mucha paciencia con vuestros peques!

Ana Cabello

Directora de Clínica Cabalta

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En la sociedad actual, las personas nos hemos mal acostumbrado a vivir con prisas, corriendo de acá para allá, intentando llegar a todo e ignorando la capacidad de vivir centradas en el momento presente. Vivimos sobre estimuladas y acumulando tensiones, olvidando que aunque éstas forman parte de la vida, es necesario cuidar y mantener nuestro equilibrio, y esto lo conseguimos si le damos el espacio necesario al descanso y la relajación.

Además, solemos cargar con una mochila emocional, repleta de emociones no integradas, de experiencias, vivencias, incluso traumas, que no hemos podido/sabido digerir. Y todo esto también lo refleja nuestro cuerpo, en sus tensiones, contracturas, bloqueos,  dolores…

Es obvio que la respiración es un elemento clave de vida y muerte, sin respirar apenas sobreviviríamos unos minutos. Es un mecanismo de regulación de los sistemas del cuerpo humano. Respirar bien o mal contribuye a gozar de buena salud o a enfermar. Este es un saber de sobra conocido en Oriente, por ejemplo en el camino del yoga, la meditación y otras prácticas en las que la respiración es clave en la unión mente/cuerpo.

La respiración está conectada con los sentimientos. Mientras la respiración sea completa y profunda no habrá bloqueos al flujo de sentimientos. Es precisamente la incapacidad de respirar naturalmente la que se convierte en el principal obstáculo para la recuperación de la salud emocional. También funciona a la inversa: reprimir los sentimientos inhibe la respiración. (A. Lowen)

De todo ello, podemos deducir la importancia de respirar bien, que es lo mismo que decir liberar nuestra respiración y realizarla lo más completa posible.

Según Harvey, existen cinco niveles de tensión: muscular, interna o autónoma, emocional, mental y espiritual y para cada uno de ellos resultarán más adecuadas unas técnicas de relajación u otras.

Relajar significa aflojar, soltar, descansar. La relajación supone liberar las tensiones en cualquiera de los cinco niveles mencionados y así recuperar nuestra energía vital, lo que conlleva una sensación de renovación,  revitalización y mejora para enfrentarse a las condiciones de la vida.

Pero la relajación es mucho más que la ausencia de tensión, lo podemos considerar un camino de autoconocimiento, que permite alcanzar estados de paz interior, sosiego, sabiduría y amplitud de conciencia.

La relajación devuelve a la persona el sentido de plenitud y de bienestar, liberando la creatividad y desbloqueando su desarrollo personal.

Podemos decir que tanto la respiración como la relajación son recursos de autoayuda que nos van a permitir aflojar tensiones, reconectarnos, tomar consciencia de cómo está nuestro vivir, habitar  nuestro cuerpo desde una sensación de presencia, y recuperar el equilibrio y calma reparadores.

Violeta R. Bañuls Gómez. Psicóloga Sanitaria. Colegiada Nº: CV 06133

Bibliografía

–     John Harvey; “Relajación Total”. Ed. RBA

–     J.R. Cautela y J. Groden; “Técnicas de Relajación”. Ed. Martínez Roca

–    G. Hendricks; “La Respiración Consciente”. Ed. Urano

–    Bertherat, Thèrése; “El Cuerpo tiene sus razones”. Ed. Paidós.

–    Fina Sanz; “Psicoerotismo Femenino y Masculino”. Editorial Kairós

–     Thich Nhat Hanh; “Momento Presente, Momento Maravilloso”. Ed. Dharma

–     Lowen; La experiencia del placer. Alianza Editorial

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Es un trastorno complejo del neurodesarrollo que afecta el comportamiento, la comunicación y el funcionamiento social.

Tal y como señala la APA, el TEA se caracteriza por la presencia de ciertos comportamientos repetitivos y dificultades con la interacción social y la comunicación.

Los signos y síntomas más comunes son, entre otros, los siguientes: no realizan contacto visual desde la infancia, no hay atención compartida (no indican con su dedo, balbucean o emiten gestos significativos para llamar la atención sobre algo), falta de respuesta a su propio nombre, pérdida de habilidades sociales o de lenguaje previamente adquiridas, generalmente durante el segundo año de vida, respuestas desproporcionadas a la información sensorial, movimientos inusuales de balanceo, aleteo o giros, dificultad para jugar o interactuar con sus compañeros, dificultad para entender el lenguaje corporal, los gestos y el tono de voz, interés obsesivo por un tema en particular, etc.

Con respecto al diagnóstico, si bien se puede realizar entre los 15 y los 18 meses de edad, la edad promedio del diagnóstico es de aproximadamente 4,5 años, y, en algunos casos, no se realiza hasta la edad adulta. Este hecho, en palabras de la APA, es bastante desafortunado, dado que un diagnóstico precoz es fundamental para la intervención temprana.

A este respecto, si bien se considera un trastorno del neurodesarrollo, en la actualidad su diagnóstico no se realiza mediante pruebas médicas -como análisis de sangre o escáneres cerebrales-, sino en función del historial y las conductas del paciente. Para ello, se pone de relieve el rol que desempeñan algunos profesionales de la salud, entre ellos los psicólogos y los neuropsicólogos.

Para realizar un diagnóstico eficaz, el psicólogo debe contar con una amplia experiencia y conocimiento sobre la amplia gama de síntomas asociados con el TEA, y recurrir a diversas fuentes de información, tales como, entrevistas a pacientes, observación de su conducta, pruebas de habilidades cognitivas y de lenguaje, exámenes médicos que descarten otras afecciones, entrevistas con padres, maestros u otros adultos que pueden responder preguntas sobre el  desarrollo social, emocional y del comportamiento de la persona.

En relación con el tratamiento, dada la naturaleza compleja de los TEA, los niños que presentan este diagnóstico se benefician de equipos de intervención multidisciplinar formados por expertos de diversos campos, tales como médicos, educadores, psicólogos, logopedas y terapeutas ocupacionales. En este sentido, las intervenciones más comunes que se han desarrollado son las siguientes:

• Análisis de comportamiento aplicado

  (ABA-Applied behavior analysis). Es un método que utiliza técnicas de enseñanza basadas en la evidencia para aumentar las conductas útiles y reducir los comportamientos que son perjudiciales o que interfieren con el aprendizaje. La terapia ABA ha demostrado mejorar las habilidades de comunicación, sociales y profesionales.

• Modelo de desarrollo basado en las diferencias individuales y en las relaciones

  (DIR- Developmental individual-difference relationship-based model). En el modelo DIR, también conocido como terapia floor time (tiempo de suelo), los padres y terapeutas dejan al niño tomar la iniciativa para jugar juntos, indicándole a su vez, que participe en interacciones cada vez más complejas.

• Programa de Autismo TEACCH.

  El marco TEACCH promueve la participación en actividades, flexibilidad, independencia y autoeficacia a través de estrategias basadas en las fortalezas y dificultades de aprendizaje de las personas con TEA.

Es importante destacar la trascendencia de que el profesional de la Psicología esté adecuadamente capacitado en el diagnóstico y tratamiento del autismo, con el fin de que pueda recomendar las intervenciones más apropiadas, recogiendo el papel esencial que desarrolla:

– Cuando los psicólogos realizan un diagnóstico de TEA o se encuentran con un paciente con TEA por primera vez, generalmente realizan una evaluación exhaustiva. Esa evaluación se traduce en una hoja de ruta que identifica las capacidades del paciente y las áreas de necesidad para ayudar a orientar el tratamiento.

– Cada persona con TEA es diferente y tiene una variedad de capacidades y desafíos. Los psicólogos pueden establecer recomendaciones basadas en las necesidades cognitivas, de comportamiento, emocionales y académicas de la persona. Estos planes de tratamiento pueden ayudar a los terapeutas, educadores y otras personas a “capitalizar” las capacidades del individuo y adaptarse a cualquier desafío.

– El TEA es una condición que dura toda la vida. A medida que los pacientes van creciendo, los psicólogos crean nuevos planes de tratamiento para ayudar a los pacientes y sus familias a tener éxito en los puntos clave de transición (por ej., comenzar la escuela, transición a la adolescencia o a la edad adulta).

– El objetivo de la Psicoterapia es, principalmente, ayudar a las personas con TEA y sus familias a funcionar mejor en su vida diaria y enfrentar a los distintos desafíos y obstáculos que pueden encontrarse. Así, el psicólogo puede realizar:

• Tratamientos para ayudar a las personas con TEA a controlar la ansiedad o los trastornos del estado de ánimo, como la depresión. Suele aplicarse terapia cognitivo-conductual para ayudar a las personas a cambiar sus pensamientos y conductas negativas.

• Tratamientos para ayudar a manejar los problemas de sueño y alimentación que a menudo coinciden con el TEA.

• Grupos de habilidades sociales para mejorar las habilidades de conversación, la comunicación no verbal y el juego.

• Psicoterapia individual para ayudar a los adultos con autismo a mejorar las relaciones familiares y/o maritales, y mejorar las habilidades necesarias para el empleo.