El Trastorno del espectro del Autismo (TEA) por Miguel Pérez Guaita
Es un trastorno complejo del neurodesarrollo que afecta el comportamiento, la comunicación y el funcionamiento social.
Tal y como señala la APA, el TEA se caracteriza por la presencia de ciertos comportamientos repetitivos y dificultades con la interacción social y la comunicación.
Los signos y síntomas más comunes son, entre otros, los siguientes: no realizan contacto visual desde la infancia, no hay atención compartida (no indican con su dedo, balbucean o emiten gestos significativos para llamar la atención sobre algo), falta de respuesta a su propio nombre, pérdida de habilidades sociales o de lenguaje previamente adquiridas, generalmente durante el segundo año de vida, respuestas desproporcionadas a la información sensorial, movimientos inusuales de balanceo, aleteo o giros, dificultad para jugar o interactuar con sus compañeros, dificultad para entender el lenguaje corporal, los gestos y el tono de voz, interés obsesivo por un tema en particular, etc.
Con respecto al diagnóstico, si bien se puede realizar entre los 15 y los 18 meses de edad, la edad promedio del diagnóstico es de aproximadamente 4,5 años, y, en algunos casos, no se realiza hasta la edad adulta. Este hecho, en palabras de la APA, es bastante desafortunado, dado que un diagnóstico precoz es fundamental para la intervención temprana.
A este respecto, si bien se considera un trastorno del neurodesarrollo, en la actualidad su diagnóstico no se realiza mediante pruebas médicas -como análisis de sangre o escáneres cerebrales-, sino en función del historial y las conductas del paciente. Para ello, se pone de relieve el rol que desempeñan algunos profesionales de la salud, entre ellos los psicólogos y los neuropsicólogos.
Para realizar un diagnóstico eficaz, el psicólogo debe contar con una amplia experiencia y conocimiento sobre la amplia gama de síntomas asociados con el TEA, y recurrir a diversas fuentes de información, tales como, entrevistas a pacientes, observación de su conducta, pruebas de habilidades cognitivas y de lenguaje, exámenes médicos que descarten otras afecciones, entrevistas con padres, maestros u otros adultos que pueden responder preguntas sobre el desarrollo social, emocional y del comportamiento de la persona.
En relación con el tratamiento, dada la naturaleza compleja de los TEA, los niños que presentan este diagnóstico se benefician de equipos de intervención multidisciplinar formados por expertos de diversos campos, tales como médicos, educadores, psicólogos, logopedas y terapeutas ocupacionales. En este sentido, las intervenciones más comunes que se han desarrollado son las siguientes:
- Análisis de comportamiento aplicado
(ABA-Applied behavior analysis). Es un método que utiliza técnicas de enseñanza basadas en la evidencia para aumentar las conductas útiles y reducir los comportamientos que son perjudiciales o que interfieren con el aprendizaje. La terapia ABA ha demostrado mejorar las habilidades de comunicación, sociales y profesionales.
- Modelo de desarrollo basado en las diferencias individuales y en las relaciones
(DIR- Developmental individual-difference relationship-based model). En el modelo DIR, también conocido como terapia floor time (tiempo de suelo), los padres y terapeutas dejan al niño tomar la iniciativa para jugar juntos, indicándole a su vez, que participe en interacciones cada vez más complejas.
- Programa de Autismo TEACCH.
El marco TEACCH promueve la participación en actividades, flexibilidad, independencia y autoeficacia a través de estrategias basadas en las fortalezas y dificultades de aprendizaje de las personas con TEA.
Es importante destacar la trascendencia de que el profesional de la Psicología esté adecuadamente capacitado en el diagnóstico y tratamiento del autismo, con el fin de que pueda recomendar las intervenciones más apropiadas, recogiendo el papel esencial que desarrolla:
– Cuando los psicólogos realizan un diagnóstico de TEA o se encuentran con un paciente con TEA por primera vez, generalmente realizan una evaluación exhaustiva. Esa evaluación se traduce en una hoja de ruta que identifica las capacidades del paciente y las áreas de necesidad para ayudar a orientar el tratamiento.
– Cada persona con TEA es diferente y tiene una variedad de capacidades y desafíos. Los psicólogos pueden establecer recomendaciones basadas en las necesidades cognitivas, de comportamiento, emocionales y académicas de la persona. Estos planes de tratamiento pueden ayudar a los terapeutas, educadores y otras personas a “capitalizar” las capacidades del individuo y adaptarse a cualquier desafío.
– El TEA es una condición que dura toda la vida. A medida que los pacientes van creciendo, los psicólogos crean nuevos planes de tratamiento para ayudar a los pacientes y sus familias a tener éxito en los puntos clave de transición (por ej., comenzar la escuela, transición a la adolescencia o a la edad adulta).
– El objetivo de la Psicoterapia es, principalmente, ayudar a las personas con TEA y sus familias a funcionar mejor en su vida diaria y enfrentar a los distintos desafíos y obstáculos que pueden encontrarse. Así, el psicólogo puede realizar:
- Tratamientos para ayudar a las personas con TEA a controlar la ansiedad o los trastornos del estado de ánimo, como la depresión. Suele aplicarse terapia cognitivo-conductual para ayudar a las personas a cambiar sus pensamientos y conductas negativas.
- Tratamientos para ayudar a manejar los problemas de sueño y alimentación que a menudo coinciden con el TEA.
- Grupos de habilidades sociales para mejorar las habilidades de conversación, la comunicación no verbal y el juego.
- Psicoterapia individual para ayudar a los adultos con autismo a mejorar las relaciones familiares y/o maritales, y mejorar las habilidades necesarias para el empleo.
En caso de discapacidades cognitivas más severas, intervenciones para disminuir las conductas agresivas, las autolesiones, y mejorar el comportamiento.
Miguel Pérez Guaita, especialista en Psicología Educativa y TEA.